SOBRE MÍ

Miapulpa es mi apuesta por una forma de vida más calmada, en conexión con la naturaleza y en equilibrio con el medio ambiente. De ese propósito surge este concepto de iluminación, que nace del contacto directo con los materiales, que deja una huella única sin dejar rastro en el planeta, que ofrece una nueva vida a las hojas de papel que ya han contado una historia y que se inspira en el disfrute de los pequeños detalles cotidianos para extraer su esencia.

LA TIERRA PINTA MUCHO 

Mi nombre es Constanza López. Estoy detrás de Miapulpa, un proyecto que se nutre de las tierras del Noroeste y germina en un pequeño taller en plena huerta de Murcia. 

En Miapulpa late el corazón de la naturaleza: en las texturas rugosas, singulares y bellamente imperfectas de la tierra; en los tonos ocres, rojizos, verdosos, azules y plomizos de los paisajes; en las formas orgánicas de las redondeadas piedras y las suaves lomas, y hasta de los frutos y las pequeñas semillas.  

Como los alambiques que en verano extraen el aceite esencial de la lavanda de los campos del Noroeste murciano, de cada detalle del paisaje destilo la esencia para transmitírsela a cada pieza para que den vida a los espacios.

CON LAS MANOS EN LA MASA 

Este proyecto ha ido tomando forma en los últimos años, poco a poco, sin prisas y con paciencia, con mucha ilusión y pequeñas dosis de frustración; experimentando con el material, descubriendo su versatilidad y plasticidad, y comprobando sus posibilidades y sus límites. 

Con las manos como herramienta principal y las sutiles imperfecciones del moldeado como signo de su carácter, en Miapulpa cada pieza es el resultado exclusivo de un proceso artesano cuidadoso de principio a fin, puliendo hasta el último detalle: desde la receta de la pulpa de papel al esmerado acabado de las lámparas y sus terminaciones en madera.

EL CÍRCULO PERFECTO 

El papel 100% reciclado es la materia prima de Miapulpa. Reutilizo hojas de papel para que las hojas sigan creciendo en los árboles. De la madera de sus ramas salen las piezas que rematan las lámparas. 

Uso colas y pigmentos inocuos para el planeta, buscando otras maneras de minimizar mi huella. Así trato de cerrar el círculo perfecto: cuando la luz se apague después de haber iluminado buenos momentos, cada lámpara puede reiniciar el círculo. 

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